Hace tres décadas, el bombardero B-2 Stealth se elevó hacia los cielos, marcando la cima del avance tecnológico. Su distintivo diseño de ala única desviaba el radar y contaba con aviónica de última generación. Sin embargo, los días de servicio activo del B-2 estáп contados, a medida que avanza el incesante avance de la tecnología armamentística.
En un mundo de amenazas en constante evolución, la Fuerza Aérea de EE. UU. se ha centrado en un peligro novedoso: el ataque de pulso electromagnético, comúnmente conocido como EMP. Este foгmіdаЬɩe fenómeno resulta de la detonación de un dispositivo пᴜсɩeаг o de la aparición de una tormenta geomagnética natural. Sus consecuencias podrían afectar las redes eléctricas y los sistemas informáticos a bordo, dejando el caos a su paso.
Pero lo que mantiene despiertos a los estrategas militares por la noche es el posible desarrollo de un arma EMP por parte de las fuerzas armadas rusas y chinas. ¿Podría un arma así ser el factor decisivo en los conflictos globales?
El retiro del B-2 Spirit es inminente y se avecina dentro de la próxima década. Sin embargo, el Comando de Material de la Fuerza Aérea de EE. UU. ha lanzado una posible cuerda de salvamento, que ha extendido una convocatoria de propuestas de empresas de tecnología capaces de diseñar sistemas capaces de resistir un ataque EMP. Esta medida subraya el compromiso de la Fuerza Aérea de optimizar la capacidad de supervivencia del B-2 en un teatro de operaciones en constante evolución.
Si bien se ha cerrado el plazo para la presentación de propuestas, la oficina del programa del sistema B-2 se mantiene firme en su búsqueda de modernización. El enfoque se extiende más allá de la supervivencia, profundizando en formas innovadoras de integrar las capacidades de las armas contemporáneas para reforzar la efectividad en entornos donde el acceso y la movilidad son cuestionados, conceptos resumidos en el término “anti-acceso/denegación de área” (A2/AD).
El viaje del B-2 desde la innovación pionera hasta el retiro inminente refleja la evolución de las contramedidas diseñadas para neutralizar sus capacidades de vanguardia. El B-2, aunque envuelto en secreto, se sometió a pruebas EMP para evaluar posibles vulnerabilidades en las instalaciones de pruebas Tinker Air foгсe Base Compass Rose en Oklahoma. Las pruebas se alinearon con los objetivos trazados en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017, con el objetivo de evaluar el impacto de la energía electromagnética en los componentes eléctricos de la aeronave.
Mientras el B-2 se retira, su sucesor está listo para entrar al escenario: el B-21 Raider. Se espera que el B-21 comience a operar en la próxima década y desempeñará un papel fundamental en la Base de la Fuerza Aérea Ellsworth en Dakota del Sur. Su misión: entrenar y liderar, perpetuando el legado de innovación y adaptabilidad que marcó el extraordinario viaje del B-2.
A medida que el B-2 sale elegantemente del centro de atención, deja atrás un legado de tecnología pionera y adaptación frente a amenazas en constante cambio. La historia del B-2 es un testimonio del inquebrantable espíritu de progreso que define el panorama de la aviación militar moderna.