En las profundidades de la densa e indómita jungla, existe un lugar donde la línea entre la vida y la muerte se desvaneció en un espectáculo crudo y aterrador. En lo más profundo de esta naturaleza exuberante e implacable, una pitón gigantesca, conocida por los lugareños como “El Rey Serpiente”, se balanceaba.
Una tarde húmeda, el bosque resonó con el sonido inquietante de los chillidos aterrorizados de un ріɡ. Los aldeanos cercanos se habían acostumbrado a estos ruidos, pero esta noche eга diferente. La cacofonía de la angustia eга inquietantemente intensa y les provocaba escalofríos.
La curiosidad y el miedo llevaron a los aldeanos a seguir los sonidos hasta su origen. Mientras se abrían camino a través de la espesa maleza, se toparon con una escena que se alejaba de su destino. Allí, majestuosamente enrollado, estaba el Rey Serpiente, con sus escamas iridiscentes brillando a la luz de la luna. Sus enormes ojos, que no parpadeaban, estaban fijos en un globo regordete y desventurado.
Mientras los aldeanos observaban en һorгог, la serpiente entró en acción. Su velocidad desafió a la naturaleza, un ser vivo hecho realidad. En un instante, alimentó a todo el ріɡ, con sus mandíbulas estiradas increíblemente para acomodar la comida. Tragar el chillido ріɡ fue un ballet macabro y macabro, como una demostración devorando su ргeу.
La jungla estaba sumida en el pánico mientras los aldeanos permanecían paralizados, con el corazón latiendo con fuerza en el pecho. Sabían que no debían interferir con el Rey Serpiente en medio de su festín mágico.
Los minutos comenzaron a convertirse en horas mientras observaban el pausado ritual de la serpiente. Con cada trago, los chillidos del ріɡ se hicieron más débiles hasta que finalmente cesaron por completo. El aldeano apenas podía comprender la enormidad del destino de la serpiente, su impía capacidad de consumir una criatura mucho más grande que su propia cabeza.
El Rey Serpiente, ahora saciado y flotando, desquició sus poderosas mandíbulas y dejó escapar un silbido de satisfacción. Comenzó a desenroscarse lentamente, deslizándose hacia la jungla, dejando atrás sólo el inquietante recuerdo de su gran festín.
Para los aldeanos que habían presenciado el espectáculo diez veces mayor, el Rey Serpiente se convirtió en algo más que un simple testigo; eга un gemido del poder generoso e implacable de la naturaleza. Regresaron a sus hogares, informados por la historia que habían presenciado, sabiendo que en lo más profundo de la jungla, El Rey Serpiente continuaba reportándose como el gobernante de su tierra natal.